La influenza es una enfermedad viral altamente contagiosa, que afecta principalmente el sistema respiratorio. Es causada por los virus de la influenza A, B y C, y se presenta comúnmente en brotes estacionales, especialmente durante los meses más fríos y lluviosos del año. Esta enfermedad puede manifestarse de manera leve, pero en ciertos grupos, como niños y personas mayores, puede ser grave e incluso mortal.
Los síntomas de la influenza incluyen fiebre, tos, dolor de garganta, congestión nasal, dolores musculares y fatiga. Estos síntomas suelen aparecer de manera abrupta, y pueden durar de una a dos semanas. Sin embargo, en poblaciones vulnerables, como los ancianos y los niños, la influenza puede llevar a complicaciones severas, como neumonía, bronquitis o infecciones secundarias, que requieren atención médica urgente.
La transmisión del virus de la influenza, se produce principalmente a través de las gotas respiratorias que se expulsan al toser, estornudar o incluso al hablar. Además, el virus puede sobrevivir en superficies durante varias horas, lo que facilita su propagación. La cercanía en espacios cerrados, común en invierno, contribuye a que el virus se transmita con mayor facilidad, haciendo que la prevención sea crucial durante esta época.
La vacunación es una de las estrategias más efectivas para prevenir esta enfermedad y sus complicaciones. La vacuna es recomendada especialmente para los grupos de alto riesgo, como los niños menores de 5 años, los adultos mayores de 65 años y aquellos con enfermedades crónicas. Es recomendable recibir la vacuna anualmente, ya que los virus de la influenza pueden evolucionar con el tiempo.
Un aspecto importante con respecto a la vacuna de influenza, es que aun que comúnmente la llaman “anti-gripal”, esta vacuna no previene la gripe o el catarro común, pues es una enfermedad distinta, contra la que no existe vacuna, e incluso en muchas ocasiones, posterior a la vacuna contra la influenza, el paciente puede presentar gripe, haciéndolo pensar erróneamente que la vacuna le produjo gripe, pero esta, no tiene efecto contra la gripe, sino contra una enfermedad totalmente diferente, la influenza.
Además de la vacunación, se recomienda adoptar medidas de higiene como lavarse las manos con frecuencia, evitar el contacto cercano con personas enfermas, y cubrirse la boca y la nariz al toser o estornudar. Estas prácticas pueden ayudar a reducir la transmisión del virus y proteger a las poblaciones más vulnerables.
En resumen, la influenza es una enfermedad viral que puede tener un impacto significativo en la salud pública, especialmente en épocas de frío y lluvias. La concienciación sobre sus síntomas, formas de transmisión y métodos de prevención es fundamental para mitigar su impacto, garantizando así una mejor salud respiratoria para todos.