Una de las patologías de la que más escuchamos hablar es la hepatitis, debido a su alta prevalencia en adultos y los constantes avances médicos para diagnosticar y tratar a los pacientes con esta condición. Pero ¿qué es? y ¿cómo se diferencian los diferentes tipos?
Para empezar, la hepatitis es una enfermedad causada a través de un virus que resulta en la inflamación en el hígado, afectando el buen funcionamiento de este órgano encargado de procesar nutrientes, filtrar la sangre y combatir infecciones. Dicha inflamación puede causar diferentes enfermedades, tales como cáncer de hígado y cirrosis, patologías que pueden ocasionar la muerte.
¿Qué son las hepatitis virales?
Cuando se habla de las hepatitis virales, usualmente se refiere a uno de los distintos virus causantes de la hepatitis. Son cinco tipos diferentes, que cambian en sus modos de transmisión, duración, prevención, diagnóstico y tratamiento. Las hepatitis virales son responsables de alrededor de 1,4 millones de muertes al año a nivel mundial, donde el 47% representa la hepatitis B , el 48% la hepatitis C, y el porcentaje restante entre las de tipo A y E.
¿Cómo se transmiten las hepatitis?
El tipo A y E, usualmente se transmiten a través del contacto o ingesta de alimentos o agua, que han sido contaminados con las heces de una persona con hepatitis; también por la falta de medidas higiénicas en actividades cotidianas y, en algunos casos, por relaciones sexuales, orales o anales, sin protección.
Las de tipo B y C; son transmitidas por contacto con fluidos corporales como sangre, semen y otros fluidos corporales de una persona infectada. Encontramos situaciones de riesgo en relaciones sexuales sin condón, compartir elementos personales como agujas, cuchillas de afeitar o cepillos de dientes y, en los partos, la infección vertical causada de la madre al hijo. La D solamente se adquiere si ya se está afectado con la tipo B o en simultáneo con la misma.
¿Cuáles son los síntomas?
Los síntomas de la hepatitis pueden variar desde la fiebre, fatiga, pérdida de apetito, náuseas, vómitos, dolor abdominal, hasta la orina oscura, heces de color claro, dolor en las articulaciones e ictericia. Aunque cabe anotar que muchas personas no presentan síntomas y no saben que están infectadas, porque los síntomas pueden aparecer entre 2 semanas hasta 6 meses desde la exposición y, en el caso de la hepatitis C crónica, estos síntomas pueden tardar décadas en presentarse.
Por esto, es importante la prevención, ya que la única manera de diferenciar o conocer si una persona está infectada, es con exámenes de laboratorio. Pero con un diagnóstico y tratamiento adelantado, se puede reducir la posibilidad de que ocurran complicaciones de las mismas.
Tratamiento y prevención
Principalmente las medidas de prevención son de vital importancia para no contagiarse con ninguno de los diferentes tipos de virus que causan las hepatitis. Las de tipo A y B se pueden prevenir por medio de vacunas, las C, D y E con cuidado ante situaciones de riesgo. Las hepatitis A y E no tienen un tratamiento específico, usualmente requieren de cuidado básico y de reposo en casa. Las de tipo B y C son tratables y el éxito del tratamiento depende de que tan pronto se diagnostiquen y los medicamentos que se utilicen.
Para recordar, estas son algunas tareas cotidianas que pueden reducir el riesgo de contagio:
- Beber agua potable.
- Uso de condón en las prácticas sexuales
- Lavado de manos constante y de alimentos antes del consumo.
- No compartir elementos personales.
- Cocinar bien los alimentos.
Y lo más importante, hacerse pruebas de chequeo con constancia porque la prevención puede salvar vidas.
Fuente:
Juan Carlos Restrepo Gutiérrez – Hepatólogo