La resistencia antimicrobiana (RAM) es uno de los desafíos más apremiantes en la salud pública a nivel mundial. Se define como la capacidad de los microorganismos, como bacterias, virus, hongos y parásitos, para resistir los efectos de los medicamentos antimicrobianos que antes eran eficaces. Este fenómeno, no solo compromete la eficacia de tratamientos médicos, sino que también pone en riesgo procedimientos quirúrgicos, la atención a pacientes inmunocomprometidos y la salud pública en general.
Uno de los factores que contribuyen a la RAM, es el uso inadecuado de los antimicrobianos. En la mayoría de los casos, se prescriben antibióticos para infecciones virales, donde no son efectivos. El uso excesivo, a medida que más microorganismos desarrollan resistencia, motiva el uso de antibióticos más potentes, lo que a su vez aumenta la probabilidad de que surjan nuevas resistencias, y como se mencionó anteriormente, esto genere complicaciones a futuro.
Actualmente, las consecuencias de la RAM son altamente preocupantes, se estima que en unos años, esta “amenaza” podría causar hasta 10 millones de muertes anuales a nivel mundial, superando el número de muertes por cáncer. Además, las infecciones resistentes prolongan las hospitalizaciones y aumentan los costos de la atención en salud, lo que representa una carga económica significativa para los sistemas de salud. La resistencia no solo afecta a los individuos, sino que también impacta a las comunidades y a la economía global.
La investigación y desarrollo de nuevos antimicrobianos, se ha visto obstaculizada por diversos factores. El proceso de descubrimiento de nuevos medicamentos es largo y complejo, además, varias compañías farmacéuticas han reducido su inversión en este campo, debido a la baja rentabilidad de los nuevos antibióticos en comparación con otros medicamentos. Como resultado, la innovación en tratamientos antimicrobianos se ha estancado, lo que agrava aún más el problema de la resistencia.
Ante esta situación, se requieren esfuerzos coordinados a nivel global para combatir la RAM. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha iniciado campañas en algunos países para implementar planes de acción, que promuevan el uso responsable de antimicrobianos. La educación de los profesionales de la salud y del público en general sobre el uso adecuado de los antimicrobianos es esencial para frenar el avance de la resistencia.
En Colombia por ejemplo, durante el primer semestre del año, la Fundación Antioqueña de Infectología (FAI) con el apoyo de Pfizer, lanzaron la campaña educativa “Infectomanía” con el fin de sensibilizar sobre el uso responsable de antimicrobianos, y combatir la resistencia antimicrobiana (RAM). Esta campaña impactó a más de 1.000 personas en diferentes regiones del país, demostrando un firme compromiso con la salud pública. Esta idea surge a raíz de la creciente resistencia a los antibióticos, que constituye una amenaza global cada vez más grave para la salud publica en general.